El Liceo Bicentenario Técnico Profesional de Bajos de Matte enfrenta un escenario de alta complejidad institucional y pedagógica que exige un liderazgo directivo sólido, competente y orientado a la mejora continua. Tras dos años de direcciones subrogantes, el establecimiento requiere reinstalar una gestión para recuperar continuidad estratégica y fortalecer la conducción técnica, asegurando el cumplimiento de los estándares del Marco para la Buena Dirección y el Liderazgo Escolar, junto con la calidad y pertinencia de la formación científico–humanista y técnico profesional. Con una matrícula de 972 estudiantes entre las modalidades diurna que imparte las especialidades de Electrónica y Contabilidad y vespertina que ofrece Electricidad y Administración, el liceo atiende a una población altamente heterogénea, marcada por dificultades de asistencia, variabilidad en motivación estudiantil y brechas relevantes en rendimiento académico.
En el ámbito del liderazgo para el aprendizaje, el principal desafío consiste en instalar una visión institucional clara y compartida que, sustentada en el PEI, el PME y los estándares de calidad de la Educación TP Bicentenario, oriente de manera coherente los procesos pedagógicos y organizacionales hacia la mejora sostenida de los aprendizajes. Esto implica la implementación de un sistema robusto de aseguramiento de la calidad pedagógica que considere monitoreo sistemático de aula, retroalimentación efectiva, análisis permanente de datos y fortalecimiento del trabajo colaborativo docente. Junto con ello, se requiere revertir los bajos resultados en evaluaciones estandarizadas mediante estrategias de nivelación, seguimiento individualizado y fortalecimiento de la enseñanza en los sectores prioritarios, integrando apoyos socioemocionales, tutorías, acciones de prevención del ausentismo y una relación activa con las familias para mejorar asistencia, motivación y continuidad escolar.
La gestión del clima organizacional y la convivencia escolar constituye otra línea crítica para el nuevo liderazgo. El establecimiento necesita consolidar un sistema de convivencia escolar preventivo, formativo y operativo, con protocolos claros, capacidad de intervención oportuna e inclusión como principio transversal. Asimismo, se vuelve imprescindible abordar las problemáticas asociadas a baja asistencia, impuntualidad y desmotivación estudiantil, mediante estrategias articuladas entre el equipo directivo, los docentes, los asistentes de la educación y la dupla psicosocial. Al mismo tiempo, se deben promover prácticas institucionales de buen trato, resolución colaborativa de conflictos y bienestar socioemocional, favoreciendo un clima interno que contribuya tanto a la retención como al compromiso estudiantil y al fortalecimiento de las trayectorias formativas TP.
En relación con la gestión de recursos, el director o directora deberá optimizar el uso de la infraestructura y el equipamiento técnico especializado, asegurando condiciones seguras, actualizadas y pertinentes para las necesidades formativas de las especialidades. Se requiere consolidar una gestión financiera eficiente, transparente y orientada al cumplimiento de los objetivos pedagógicos y estratégicos establecidos en el PME. También resulta fundamental garantizar la mantención preventiva de talleres, laboratorios, recursos tecnológicos y espacios formativos, asegurando la continuidad de los procesos de enseñanza técnico profesional. Paralelamente, se debe fortalecer la vinculación con organismos externos, empresas y redes técnicas del territorio, con el fin de garantizar oportunidades efectivas de pasantías y experiencias de alternancia para la totalidad de los estudiantes de cuarto medio.
La gestión de personas y el desarrollo profesional adquieren especial relevancia en un contexto marcado por la fragmentación interna que ha dejado el prolongado período de direcciones subrogantes. El reto consiste en restituir cohesión, claridad organizacional y continuidad en la conducción técnica de los equipos. Además, el liderazgo directivo deberá conducir equipos con alta adherencia sindical, promoviendo un diálogo técnico fructífero, el cumplimiento normativo, la gestión efectiva del desempeño y un clima laboral respetuoso y orientado a los resultados institucionales. Se requiere también diseñar e implementar un plan de desarrollo profesional docente articulado con el PME, que contemple acompañamiento, mentorías, capacitación y evaluación continua, junto con una gestión estratégica de la tasa de licencias médicas mediante acciones de prevención, bienestar y reorganización de recursos humanos cuando corresponda.
Finalmente, el fortalecimiento de la Educación Técnico Profesional constituye un eje estratégico para el Liceo Bicentenario. El establecimiento necesita consolidar su estructura de alternancia formativo-productiva, garantizando pertinencia, seguimiento y calidad en las experiencias desarrolladas en empresas de la zona. Esto implica actualizar y articular los planes y programas de cada especialidad con el sector productivo y los estándares laborales vigentes, integrando las tendencias tecnológicas que demanda el mundo del trabajo. Asimismo, se espera recuperar el rol del liceo como referente de la Red de Liceos Técnicos de la CDSB, mediante la sistematización de buenas prácticas, la innovación pedagógica y la vinculación territorial. Todo ello debe articularse con un modelo de gestión técnico profesional que integre la formación ética, la seguridad, el desempeño técnico y la empleabilidad, promoviendo altas expectativas y la proyección educativa y laboral de sus estudiantes